lunes, 13 de febrero de 2012

Las Guerras Secretas y una mujer inconquistable


Juan Rodríguez Pérez / Juanuí

El último libro publicado por Ricardo Virhuez Villafane nos depara una sorpresa: el tratamiento de un tema pocas veces tocada en la literatura peruana, o en todo caso, tratada con cierto temor. Se habla poco en los libros o en todo caso se malforma la información que se vierte en las escuelas: nadie toca el tema de la subversión con acuciosidad, a nadie se le ocurre hablar de fusilamientos tanto por parte del ejército como por parte de los sediciosos, y es que el tema de por sí sufre un estancamiento en el proceso de la literatura tal vez por temor o por desconocimiento.

En Las guerras secretas existe un personaje femenino indígena (Chidó Dapá) de mucha envergadura, que le da sabor a la novela, y tal vez el verdadero protagonismo, a pesar que en muchos parajes es la comunidad o la población la que se enfrenta a las autoridades que quieren posesionarse de sus tierras.

Desde el primer capítulo, Ricardo Virhuez nos centra en Chidó Dapá, como una mujer difícil de conquistar, dueña de una personalidad ganada a lo largo de los años en situaciones espinosas y contradictorias. El interés que despierta, por la forma cómo está narrada, a manera de cuento o relato por un  interlocutor a un periodista que indaga sobre ella, se va incrementando a medida que transcurren los cinco capítulos. Ella va quemando etapas cada vez más sofocantes y acercándose a una idealización que nos sugiere el autor al concluir la obra.

¿Es Chidó Dapá un personaje escondido tanto tiempo, enfrentándose al sistema, recién descubierta para la literatura?

Considero, y esta es una sugerencia, que el personaje central va más allá, el libro, despierta interés en el lector, nos deja en una angustia por saber un poco más de ella, esa vida llena de sufrimiento, su escape de situaciones dramáticas y su afincamiento en la selva para hacerse conocer como maestra.

A pesar que el libro es contada por cinco personajes, cada uno más importante que el otro, de cinco etapas diferentes de la vida de Chidó Dapá, a un periodista-escritor que, por momentos, gana protagonismo y se entretiene con algunas, no deja de despertar el interés por saber un poco más de ella.

Creo que Ricardo Virhuez tiene un rico material para ser explotado en un volumen de mayor consistencia toda la riqueza que aporta este personaje.

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Las Guerras Secretas, de Ricardo Vírhuez Villafane. Lima: Pasacalle, 2012. 110 pp.

Un hermoso lienzo del Perú

Entrevista de Miguel Díaz Reyes


Arturo Ramírez, joven periodista loretano, inicia con paciencia, rigor, y una dosis de obsesión, la reconstrucción de la vida de una heroína indígena matsés, o mayoruna, llamada Chidó Dapá (Mujer Grande). Para ello emprende la tarea de entrevistar un conjunto variopinto de personas que la conocieron en Iquitos, Pucallpa, Requena, Contamana. Ramírez reconstruye de esa manera la vida heroica de Chidó Dapá, la organización de los pueblos indígenas, los tiempos de la guerra interna y del narcotráfico, e incluso el primer bombardeo aéreo con napalm que EEUU hizo contra el Perú, es decir, contra los matsés, en 1964.

Con una prosa limpia, directa, y sugestiva, Ricardo Virhuez Villafane (Lima, 1964), nos presenta su última novela: Las guerras secretas: Un hermoso y finamente delineado lienzo, en el que se plasma la lucha cotidiana de aquellos hombres y mujeres de ese Perú desconocido que aún nos resistimos a mirar. 

‘Las guerras secretas’ está fechada en Iquitos, agosto de 1994. Desde esa fecha has publicado por lo menos unas 14 novelas. ¿Por qué dejaste “reposar” tanto tiempo este texto?
Tengo varias novelas inéditas. Lo que pasa es que recién se presenta la oportunidad de publicar y aprovecho para hacerlo con Las guerras secretas. Si hubiera podido, la hubiera publicado mucho antes.

La investigación histórica, al parecer, ha sido vital para lograr el contexto y el fondo de la trama de Las guerras secretas. ¿Qué tan necesaria es la investigación para el acto de narrar?
Las investigaciones son necesarias por dos razones. Primero, cuando el tema de la novela es histórico; y segundo, cuando la característica de la obra es realista y por tanto la investigación solo es un instrumento de trabajo. Fuera de esos ámbitos, me parece que basta la cultura general y la imaginación.


Un hecho histórico marca el ritmo de la novela, y la crónica literaria está presente para darle forma. ¿Podrías considerar que esta novela le debe mucho a tu experiencia en el periodismo? 
Tal vez. Yo lo veo así: el personaje es un periodista y se llama Arturo Ramírez, el mismo personaje de mi novela El periodista. Él está tratando de ser escritor, y en ambas novelas se pregunta si es un periodista camino a ser escritor, o un escritor que hace periodismo. Sin duda, el estilo de su prosa lo define.

¿Cuál ha sido tu referente para la configuración de la protagonista Chidó Dapá? 
Durante mucho tiempo quise crear personajes femeninos que fuesen líderes. Cuando uní la historia del bombardeo a los mayorunas con los sobrevivientes, recién ubiqué a Chidó Dapá en ese contexto: una mujer que es líder adonde vaya, que organiza, que une. Hay muchas heroínas en nuestro país, pero desconocemos a casi todas. La idea de una mujer líder me nació al leer sobre “Rosa, la capitana”, una madre loretana que durante una sublevación popular en Iquitos dirigió marchas y acciones frente a los comerciantes acaparadores. Nunca más se supo de ella. El siguiente paso fue construir un personaje femenino indígena, una líder. Ella es Chidó Dapá.

¿Crees que la narrativa amazónica y la del interior del país descuidan el aspecto formal de sus trabajos?
Al contrario, la narrativa amazónica y la narrativa andina son las más preocupadas en el aspecto formal, lingüístico y estructural; de hecho, siempre han sido los escritores de provincia los innovadores de nuestra literatura. Basta con citar a Gamaliel Churata, César Vallejo, José María Arguedas, Carlos Eduardo Zavaleta e incluso Vargas Llosa, todos ellos escritores provincianos, para comprobarlo. Y en la Amazonía, los casos de Germán Lequerica y Jaime Vásquez Izquierdo, grandes renovadores de la narrativa peruana.

Aunque recomiendas en tu blog personal que la lectura de Las guerras secretas es juvenil, me parece que el texto va mucho más allá. Te has embarcado en la creación de novela infantil y juvenil, ¿crees que esa faceta de tu narrativa distrae la producción de textos más consolidados como Las guerras secretas
Al comienzo, escribía mis novelas sin pensar en los lectores, y supongo que esas son mis obras “para grandes”. Así nació Las guerras secretas. Pero recién hace dos años he comenzado a desarrollar libros infantiles y juveniles, y para ello he debido investigar primero sus características. Por eso, en mis obras infantiles y juveniles, destaco dos elementos primordiales: El tema de la interculturalidad que atraviesa todas mis historias; y el uso de técnicas para crear intriga y acción, atrapar al pequeño lector y ganarlo a la lectura. Esta experimentación me ha permitido modificar mi propia escritura. Ahora me aparto de la retórica omnipresente en la narrativa peruana, y prefiero estilos más directos, ojalá intensos, más breves, y le presto más atención a la trama y a los personajes. Pero ojo, en general la calificación de los libros para lectores jóvenes es solamente una decisión editorial. Todos mis libros son y seguirán siendo “apta para todos”.

miércoles, 11 de enero de 2012

Texto Contraportada

En 1994, cuando vivía en Iquitos, me prometí ensayar una escritura disciplinada y constante, que produjo tres novelas cortas en pocos meses: El Periodista, que tiene varias ediciones, y El Amoroso y Las guerras secretas. Probé estilos distintos en cada una de ellas, pero la última me dio bastante trabajo y tuve que investigar mucho, por los temas indígena e histórico.

Se trata de una novela que por su estructura puede alargarse indefinidamente: un narrador que en cada capítulo reproduce los testimonios de sus entrevistados sobre su personaje femenino, Chidó Dapá, Mujer Grande, una bella y decidida matsés, profesora, organizadora: una mujer para admirar y querer.

No sé si volveré sobre este personaje femenino, pero sí sé que volveré sobre los universos indígenas, ya sea para contar las maravillas de su literatura oral, o para hacerlos partícipes de batallas contemporáneas por su supervivencia contra empresas madereras, petroleras, mineras o contra la ofensiva del mismo Estado por desaparecerlos.

Porque todas las luchas indígenas son para sobrevivir frente a su propio país.

Los matsés o mayorunas son gente extraordinaria. Conversar con ellos y admirar su sencillez es una lección de vida y de conducta. Ojalá algún día el Estado peruano reconozca el terrible error de haberlos bombardeado con napalm junto a los marines norteamericanos, en 1964, y de agredirlos hoy con el asalto de una petrolera, y se les repare y reconozca como peruanos con todos sus derechos.
Esta novela no trata de contar la Historia, pero sí una historia, la de Chidó Dapá, la bella matsés, la de ojos negros y profundos, y de su pueblo heroico.

Porque los pueblos indígenas son pueblos heroicos, y esta novela, una pálida historia con pretensiones literarias.

Ricardo Vírhuez Villafane

Reseña


Reseña

Arturo Ramírez, joven periodista loretano, se lanza a la reconstrucción de la vida de una heroína indígena matsés, o mayoruna, llamada Chidó Dapá, Mujer Grande, para lo cual emprende la tarea de entrevistar a numerosas personas que la conocieron en Iquitos, Pucallpa, Requena, Contamana. De esa manera reconstruye la vida heroica de Chidó Dapá, la organización de los pueblos indígenas, los tiempos de la guerra interna y del narcotráfico, e incluso el primer bombardeo aéreo con napalm que EEUU hizo contra el Perú, es decir contra los matsés, en 1964, hasta alcanzar, bajo la lluvia torrencial de la selva, una mirada esperanzada sobre la azarosa vida de esta mujer extraordinaria.

Novela recomendada para jóvenes.